¿Cuáles serán las consecuencias para el pequeño inversor, para el individuo que está invirtiendo pequeñas sumas con vistas a su jubilación o para hacer frente a la universidad de sus hijos?
La caída a nivel mundial del precio de las acciones arrastra en su camino a muchas víctimas: fondos de pensiones, empresas de seguros, fondos de inversión de alto riesgo, empresas de servicios financieros… Sin embargo, todos ellos tienen capacidad y entereza, si son inteligentes, para soportar una venta masiva. Incluso algunos utilizan las ventas en corto o los productos derivados para obtener beneficios de la caída de los precios.
¿Cuáles serán las consecuencias para el pequeño inversor, para el individuo que está invirtiendo pequeñas sumas con vistas a su jubilación o para hacer frente a la universidad de sus hijos? ¿Debería abandonar la escena? ¿O debería considerarlo una oportunidad de compra y de invertir más dinero en bolsa?
Ninguna opción es buena cuando los mercados caen en picado. Ésa es la opinión de la mayoría de expertos entrevistados por Knowledge@Wharton, los profesores de Finanzas de Wharton Jeremy Siegel, Richard Marston, Richard Herring y Franklin Allen; Jack Bogle, fundador de Vanguard Group, la empresa de fondos de inversión; y el profesor de Economía de Princeton Burton J. Malkiel, autor de Un paseo aleatorio por Wall Street.
Allen cree que los inversores deberían ser lo suficientemente inteligentes como para cambiar las acciones por la seguridad de los valores del Tesoro a corto plazo; sin embargo dicha opinión no es compartida por el resto, que sugieren que la mejor respuesta es no hacer nada, esto es, mantener el tipo y asumir que, a largo plazo, los valores seguirán obteniendo los excelentes rendimientos –superando los de los bonos y también la inflación- que llevan proporcionando durante más de un siglo.
Si un pequeño inversor quisiese hacer algo, la mejor decisión sería ajustar regularmente la composición de su cartera de valores para así tener la combinación deseada de acciones, bonos y efectivo, sostienen. “Creo que la decisión más evidente –menos acciones de empresas financieras, más de mercados emergentes-, ya tienen un precio tal que no va a proporcionar rendimientos extraordinarios”, explica Herring. “Soy muy escéptico sobre la capacidad de la mayoría de los inversores para predecir el rendimiento.
Creo que la mayoría de la gente estaría mejor manteniendo su misma asignación estratégica y reajustándola si las fluctuaciones del mercado les ha alejado demasiado de su objetivo. Lo siento mucho; es un consejo totalmente estándar”.
¿Se avecinan de nuevo malas noticias?
Allen, el más pesimista de los seis entrevistados, sostiene que Estados Unidos podría hundirse en una crisis como la que se vivió en Japón en los 90. “La gente pensó que las cosas podrían volver rápidamente a la normalidad pero no fue así. Se trata de un escenario que también podríamos tener en nuestro caso”. Allen recomienda adoptar una posición altamente defensiva, vendiendo activos para adquirir valores del Tesoro a corto plazo. Incluso depositar los ahorros en el banco podría ser una opción muy poco atractiva, ya que, aunque cuenten con la garantía federal, los clientes podrían sufrir retrasos a la hora de recuperar sus inversiones en caso de que el banco se declare en suspensión de pagos, advierte Allen.
A Allen le preocupa que aún se avecinen muchas malas noticias a medida que la crisis crediticia se propague desde las hipotecas subprime hasta las tarjetas de crédito u otro tipo de débito. La Reserva Federal, señala, ha infravalorado repetidamente los problemas, primero afirmando que la crisis de las hipotecas subprime ya estaba controlada y luego diciendo que la recesión podía prevenirse.
Asimismo, muchos inversores institucionales y firmas financieras están manteniendo sus valores, como bonos con garantía hipotecaria que ahora son imposibles de valor con precisión; podría pasar mucho tiempo hasta que la confusión se disipe. “En estos momentos hay mucho riesgo”, dice Allen. “No creo que la gente comprenda muy bien qué está pasando”.
Aunque los datos económicos muestran una desaceleración en Estados Unidos y sugieren la probabilidad –creciente- de una recesión, esta información no es de gran utilidad para los inversores, dice Marston añadiendo que incluso si se supiese la fecha concreta en que va a comenzar y finalizar la recesión, no sería posible predecir los movimientos en el mercado de valores.
“Para tener éxito comprando efectivo y después volviendo a las acciones, primero deberíamos ser capaces de determinar si de verdad vamos a entrar en una recesión”, señala Marston. “No lo sabemos hasta unos 12-18 meses después de iniciada la recesión. Ese es el tiempo promedio que un comité experto en ciclos económicos del NBER necesita para decidir que una recesión ha comenzado”. El National Bureau of Economic Research (NBER) es una organización de investigación sin ánimo de lucro que identifica el inicio y final de las recesiones, pero debido al retraso con que se recopilan los datos, siempre una vez éstas han comenzado.
“Incluso si tuviésemos esos datos, necesitaríamos saber cuando abandonar el mercado y cuando entrar”, añade Marston. “Los mercados normalmente empiezan a caer antes de que empiece la recesión, pero no se sabe cuánto tiempo antes. En las últimas nueve recesiones dicho tiempo estuvo comprendido entre el mes y los 13 meses”.
Normalmente las acciones empiezan a subir antes del fin de la recesión, pero en cada una de esas nueve recesiones –desde 1953 a 2001-, se recuperaron en diferentes momentos temporales, desde 8 meses antes del fin de la recesión hasta 12 meses después. Los inversores pueden consolarse con el hecho de que las acciones suelen recuperarse una vez alcanzado un mínimo durante la recesión. Tomando como referencia el mínimo de mercado, los beneficios han sido del 59%, 34% y 39% una vez finalizadas las recesiones de 1982, 1991 y 2001 respectivamente.
Un segundo tema para los inversores es, según Marston, si se pueden tomar ciertas decisiones tácticas para reducir el riesgo de una cartera. Algunos inversores vuelven su atención hacia los bonos de alto rendimiento de las empresas. Muchos de estos bonos parecen particularmente generosos en estos momentos, ofreciendo rendimientos del 10% o superiores; sin embargo los bonos del Tesoro de Estados Unidos a 10 años apenas ofrecen el 3,5%.
Pero el rendimiento de los bonos basura es tan elevado porque su precio ha caído, tanto que este año los inversores han perdido dinero con ellos a pesar de su alto rendimiento. Como cada vez son más los emisores de bonos basura que se declaran insolventes durante las recesiones –ni devuelven el principal ni reparten los intereses prometidos-, los inversores han sufrido considerables pérdidas con estos bonos durante las dos últimas recesiones.
En el mercado de valores algunos sectores han obtenido mejores resultados que otros en las últimas recesiones, explica Marston. Las acciones de las pequeñas empresas normalmente se han portado mejor que las de las grandes empresas, y las acciones de las empresas de valor han tenido un mejor comportamiento que las de las empresas en crecimiento. Pero sería demasiado optimista esperar un comportamiento similar ahora, añade. Los valores de empresas pequeñas y de empresas de valor han tenido un comportamiento muy bueno en los últimos años, así que podría ser demasiado tarde para comprarlos.
Asimismo, los índices con acciones de empresas de valor están atestados de empresas de servicios financieros, las cuales en estos momentos están sufriendo un duro varapalo.
Igualmente, algunos inversores creen que las acciones extranjeras son muy atractivas durante las recesiones. Los índices Europe Australasia y Far East de Morgan Stanley han superado al índice Standard & Poor’s en cuatro de las nueve últimas recesiones, señala Marston. “Pero se trata de una buena noticia relativa, ya que todos sufrieron fuertes caídas. Así pues, al final mi consejo es que te aprietes el cinturón, mantengas el tipo y esperes a que el ciclo económico cambie”.
¿Mejora en el mercado de valores a la vista?
Jeremy Siegel se ha mostrado abiertamente optimista a pesar del desánimo manifestado por otros muchos expertos. El 21 de enero, un día antes de que la Reserva Federal sorprendiese a todos con su recorte de tres cuartos de punto del tipo de interés, Siegel apuntaba que las ventas masivas de acciones de ese día y la semana previa podrían ser una señal de que se avecinaban mejores tiempos. “Creo que nos estamos acercando al final”, decía sosteniendo que las mayores caídas suelen observarse “cerca del final del ciclo”.
Muchos expertos creen que una recesión es una certeza virtual, pero Siegel cree que tal vez no suceda. “En este punto estoy entre una minoría cada vez más pequeña. Todavía sostengo que no va a haber recesión … Cuando observo los datos económicos reales no veo nada que me haga temblar … Parece algo de debilidad, no una recesión”.
Sin embargo Siegel sí ve problemas. Una contención del gasto en consumo o más problemas futuros en el sector de la vivienda podrían ser el detonante de una recesión, explica, y los inversores que buscan señales de recesión deberían ser lo suficientemente inteligentes como para prestar mucha atención a las cifras de desempleo. Será una mala noticia si la creación de empleo se ralentiza y el desempleo crece.
Mientras, los pequeños inversores deberían invertir para el largo plazo, no querer especular en el mercado a corto plazo, sostiene Siegel. Desde este punto de vista, una desaceleración es buena. “Obviamente los inversores de largo plazo siempre estarán mejor invirtiendo cuando el mercado cae, cuando los precios son más atractivos”.
En la actualidad el precio de las acciones es relativamente barato y los bonos son caros, dejando a muchos inversores diversificados con más bonos en sus carteras de los deseados. Así, tendría sentido vender más bonos y comprar acciones para recuperar la asignación de activos deseada, sugiere Siegel añadiendo que los fondos de inversiones inmobiliarias “se han vuelto mucho más atractivas ahora”, y por tanto se merecen un pequeño papel en una cartera diversificada; no más del 10%.
“No existe un indicador que te marque cuando el mercado de valores va a tocar fondo”, dice Siegel, pero en su opinión, a finales de 2008 las cotizaciones estadounidenses estarán en un nivel superior a cuando comenzó el año.
Mantener bajos los costes
A largo plazo, dice Malkiel de Princeton, los inversores no pueden predecir los movimientos del mercado. Así, lo mejor que pueden hacer es “repartir sus huevos entre diferentes cestas”, de tal forma que algunas acciones aumenten y otras caigan. Muchos inversores que ahora ven como el valor de sus acciones cae pueden sentirse aliviados gracias a sus bonos a largo plazo, los cuales han incrementado su valor gracias a la caída de los tipos de interés.
Una de las claves para el éxito cuando los mercados fluctúan, sostiene Malkiel, es “reconocer que los costes son realmente importantes. En mi opinión cada cartera debería ser comparada con un fondo índice de bajo coste”. Los fondos índice tienen como objetivo igualar el rendimiento del mercado en general –o determinada parte del mismo-, en lugar de intentar superar las medias del mercado seleccionando acciones aleatoriamente. Como no emplean equipos de analistas o especialistas en seleccionar acciones, los costes asociados a los fondos índice son muy bajos.
“Se pueden compran bonos y fondos índice por aproximadamente una décima parte del 1%”, dice Malkiel refiriéndose a las comisiones que se pagan expresadas como porcentaje del valor de la cartera del inversor. Muchos fondos gestionados cobran el 1,3% o más al año, un porcentaje aparentemente insignificante que sin embargo puede suponer una gran lastra para los resultados al mermar el interés compuesto.
“A los inversores no les debería entrar el pánico en momentos como estos o hacer modificaciones importantes de sus carteras”, sostiene Malkiel añadiendo que “intentar controlar al mercado es tarea imposible”. Los inversores tampoco deberían contar con que los patrones del pasado siempre se repitan, dice señalando que no existe una “desaceleración típica”. “Cada una es diferente. Creo que normalmente se considera que algunas empresas de servicios financieros son defensivas … pero ahora ese no es el caso”.
Malkiel no está muy seguro de que la desaceleración económica pueda llegar a considerarse una recesión, cuya definición técnica es dos trimestres consecutivos de caída en el PIB. “Pero si consideras una definición más amplia de recesión –caídas importantes-, entonces en estos momentos estamos ante una”.
A finales de año, ¿estarán las acciones en niveles inferiores o superiores que a principios de año? “Soy un paseante aleatorio”, respondía Malkiel. “No creo que los mercados sean predecibles, y lo único que haría sería repetir la célebre frase de J.P. Morgan cuando se le preguntó algo similar. Él decía Las acciones fluctuarán. Eso es todo lo que me atrevo a decir”.
Ignorar el mercado
Al igual que Malkiel, Bogle cree que nadie –pequeños inversores o profesionales-, debería esperar ser capaza de predecir los repuntes y caídas del mercado año tras año. Así pues, Bogle también defiende que una estrategia basada en los índices significaría duplicar los beneficios medios del mercado en un contexto de largo plazo. El negocio fundamental de Vanguard son los fondos índice.
“Primero hay que comprender que el mercado de valores es una distracción enorme dentro del negocio de las inversiones”, dice. El precio de las acciones posiblemente baje, añade Bogle advirtiendo que los especuladores que intenten aprovecharse de semejante fluctuación deberían salirse inmediatamente. Para los inversores a largo plazo su consejo sería “no hacer nada. Posiblemente sea dolorosa pero mejor que intentar adivinar cuando salirse del mercado”, explica refiriéndose a la tendencia de los inversores a abandonar el barco cuando los precios son bajos y comprar de nuevo cuando los precios son altos, justo al contrario de la regla básica de comprar barato y vender caro.
Tal y como señala Bogle, el rendimiento repartido por el índice Standard & Poor’s 500 es más o menos del 2%, y el crecimiento promedio de los beneficios empresariales ha sido a largo plazo del 6% anual. Estos dos hechos combinados deberían proporcionar a los inversores un rendimiento medio anual del 8%, que es más de lo que pueden ganar con bonos o efectivo, explica.
Según Bogle, en estos momentos para el Standard & Poor’s la relación precio-beneficios es de 18 a 1. Si dicha proporción va cayendo gradualmente hasta acercarse a 15 a 1 –que es la media a largo plazo-, el rendimiento del mercado de valores podría reducirse en un punto porcentual y los inversores aún disfrutarían de un 7% anual.
Bogle cree que la probabilidad de que haya una recesión es del 75%. Uno de los grandes factores determinantes es la caída del precio de la vivienda, lo cual está mermando la capacidad de las empresas para utilizar los préstamos con garantía hipotecaria y la refinanciación para liberar algo de dinero para dedicar al consumo. “El consumidor, obviamente, es el rey, ya que genera cerca del 70% de nuestro PIB”, afirma Bogle. “Creo que se avecina una de las tormentas económicas más importantes de los últimos 30 años”.
Fuente: www.wharton.universia.net
Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
Contacto: dir@tudecides.com.mx
Nota: Por lo general todos los artículos cuentan con fuente y autor del mismo. Si por alguna razón no se encuentra, lo hemos omitido por error o fue escrito por la redacción de TuDecides.com.mx.