Estás preparando un trabajo que debes entregar y cuando parecía que ya estaba terminado, no puedes resistirte a darle “otra vuelta”. Lo malo es que la operación se repite una y otra vez porque no acabas de verlo perfecto y al final, lo das por finalizado cuando el plazo se acaba pero, aunque lo has trabajado muchísimo, no puedes evitar la sensación de que habrías necesitado pulirlo un poco mas porque todavía no está “del todo bien”
Como extremo, me viene a la mente Bree Van de Kamp, la perfecta ama de casa de la serie Mujeres desesperadas. Bree parece tenerlo todo bajo control, su figura, su alimentación, su imagen, sus modales… su césped está siempre tan perfecto como su pelo, pero también es un poco maniática de la limpieza, del orden, de los buenos modales y tiene con muy poca flexibilidad a la hora de tratar con los demás (incluidos sus hijos). Ah! Sus muffins son los mejores.
El perfeccionismo es un comportamiento a caballo entre la excelencia y la obsesión, por eso es difícil decidir dónde está la frontera para catalogarlo como una competencia/habilidad o bien como un problema.
En la cultura del “fast work” en la que nos encontramos, algunas personas optan por sacrificar espacios de tiempo dedicados a la familia, ocio, etc. para sacar adelante sus proyectos con el nivel de calidad que se exigen a si mismas.
Una persona puede ser perfeccionista “global” o mantener esta actitud solo en algunas áreas de su vida, por ejemplo, en su trabajo pero no con su imagen.
En un entorno profesional, una persona excesivamente perfeccionista aporta un filtro de calidad para los resultados. Sin embargo, conseguir ese nivel de excelencia puede tener un coste oculto, además del personal, las relaciones dentro del equipo suelen resentirse por diferencias de criterio (por ejemplo, ceder o no ante la presión de un plazo antes de haber conseguido la versión perfecta) y por críticas que tal vez no sean bien recibidas. Y es que todos consideramos que hacemos nuestro trabajo con la mayor calidad posible, pero el significado de la palabra “calidad” puede no ser compartido.
El perfeccionismo es una actitud que socialmente se ve como algo positivo y que puede actuar como una fuente de motivación personal para superar obstáculos, sin embargo, llevada al extremo suele llevar aparejado un coste personal. Según el Counseling Center de la Universidad de Illinois las actitudes perfeccionistas pueden interferir en nuestro éxito porque nos privan de la sensación de logro y la satisfacción personal que nos aportan nuestros avances, y de la que disfrutan las personas con metas más realistas.
Algunas de las consecuencias de esta actitud llevada al extremo son:
- Ansiedad y estrés emocional producidos por la sensación de no ser lo suficientemente buenos.
- Aplazar tareas eternamente a la espera de conseguir la versión “correcta”.
- Imponernos dar mas del 100% en todo lo que hacemos porque, de no ser así, el resultado sería mediocre.
- Fijar metas poco realistas e inalcanzables. Algunas veces en lugar de trabajar para conseguir el éxito, se trabaja para conseguir la perfección.
¿Por qué se produce?
Según el organismo antes citado, un origen probable del perfeccionismo extremo es haber aprendido a una edad temprana que el valor que otras personas nos otorgan depende de los logros que alcancemos, como resultado, la valoración que hacemos de nosotros mismos puede depender únicamente de la aprobación de los demás. Es decir, hemos construido una autoestima basada en estándares externos, esto nos hace muy vulnerables a las críticas y, en un intento de protegernos de las valoraciones negativas, podemos decidir inconscientemente que ser perfectos es nuestra única opción.
“Si nunca rompes nada, probablemente no estás moviéndote lo suficientemente rápido” Mark Zuckerberg, - Facebook
El círculo vicioso del Perfeccionismo
Una actitud perfeccionista puede iniciar un círculo vicioso altamente perjudicial. Primero, se fijan metas inalcanzables. Después se incumplen esos objetivos imposibles, mas tarde, la presión constante para lograr la perfección y el miedo al fracaso reducen la productividad y la eficacia. A medida que avanzamos, la actitud autocrítica y culpabilizadora reduce nuestra autoestima, para después hacernos abandonar el proyecto y establecer nuevas metas sobre las que pensar “esta vez si me voy a esforzar”.
Y de nuevo se inicia el ciclo.
Algunas claves para relajar el perfeccionismo:
1.- Recuerda que nadie es perfecto. Todos tenemos puntos fuertes y débiles. Eso no quiere decir que no debamos intentar mejorar y aprender cosas nueves, pero hay momentos en los que debemos resolver situaciones con las herramientas de las que disponemos. No es útil perder el tiempo pensando en lo que no podemos hacer o nos falta (todavía).
2.- ¿Se trata de ser perfecto o de realizar una tarea? ¿Qué es lo que importa? En ocasiones el perfeccionismo deriva en el aplazamiento recurrente de tareas (procrastinación), es decir, lo contrario de la productividad y la eficiencia.
3.- Define metas concretas. Saber qué necesitas conseguir te ayudará a saber cuando has terminado, en lugar de “estirar” eternamente lo que estás haciendo.
4.- Establece un tiempo límite. Hay tareas que parece que nunca terminan. Por ejemplo, preparar una presentación. Por mas vueltas que le des, siempre suele aparecer algo que cambiar o mejorar. Si te impones terminar en una fecha determinada romperás el bucle de las revisiones sin fin.
Si el proyecto es largo, suele ser útil empezar y finalizarlo para mas tarde ajustar los detalles y mejorarlo. Otra idea es dividirlo en fracciones pequeñas y empezar las que te resulten mas sencillas.
5.- Define tu propio nivel de calidad. Deja a un lado cómo pueden valor los resultados otras personas. Lucha por los resultados mas adecuados para ti aceptando que “las cosas bien hechas”, la excelencia, puede tener muchas caras. No existe sólo un modo de hacer las cosas bien.
Sobre los comentarios ajenos ¿no es más enriquecedor aprender de ellos que interpretarlos como un ataque personal? Utiliza eso comentarios como palanca para mejorar y busca opiniones diversas.
6.- Crea entornos de aprendizaje. Date permiso para cometer errores, ensayar, practicar… escribe borradores y prueba… y mientras lo haces, da vacaciones a tu parte mas crítica. Encuentra la libertad para aprender y experimentar sin tener que preocuparte por aquello que se podría estropear o salir mal. Intenta cosas nuevas y aprende de los errores.
7.- Valora tus éxitos. Piensa en todo lo que realizas correctamente. Puede que algunas partes no sean perfectas, pero has alcanzado tu meta y cerrado la tarea aunque hayas sentido cierta inseguridad durante el proceso. ¿Qué prefieres, hacer una sola cosa a la perfección o terminar muchas de modo correcto y con éxito?
8.- Evita las comparaciones. Todos tenemos nuestro propio ritmo y bagaje personal. Si acaso, compárate contigo misma en épocas pasadas y valora tu evolución.
Recuerda que eres dueñ@ de tu vida. Convierte tu libertad en valor.
Sobre la autora: Isabel Gómez, es Consultora y Coach Profesional en Éxito en Femenino www.IsabelGomezL.com .
Licenciada en Ciencias del Trabajo, Master en Marketing, MBA y Emprendedora vocacional.
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Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
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