Redes sociales. ¿Un avance o un mal de este siglo? se debaten en torno a lo positivo y lo negativo. Si nos forman o deforman; si educan o no. No importa quién gana o pierde la discusión acerca si son necesarias o perjudiciales, si son importantes o no. Lo realmente innegable es qué, se metieron en nuestras formas de vida, para bien o para mal.
Las redes son para todos, para los que insultan, para los que ofenden. Para los que se comunican, para los que informan, para los que celebran, para los que venden, para los que enamoran, y para los que le dan algún tipo de utilidad ocasional o sostenida.
En minutos, una imagen o un comentario pueden dar literalmente la vuelta al mundo. Están presentes en todos los momentos y espacios de la cotidianidad, en un mundo cada vez más virtual las redes sociales ganan terreno y cada día suman usuarios que quieren integrarse a esa esfera de fantasía. La utilidad dependerá siempre de la administración adecuada de sus publicaciones, del nivel de raciocinio y de conciencia de nosotros al momento de socializar.
Cuidado con esas telarañas
No todo lo que está en las redes es real, la vida no es así, se corre el peligro de interpretar la realidad en su conjunto a partir de las publicaciones virtuales, no siempre necesariamente son el reflejo de lo verdaderamente importante. En lo circunstancial, tal vez, son de gran valor, la posibilidad de seguir un acontecimiento en tiempo real es importante, para lo bueno y para lo malo. Pero, siempre será recomendable la mesura, la cautela, el respeto, considerar lo oportuno del mensaje que se quiere transmitir. Las tendencias pudieran ser en ocasiones un espejo; pero, también podrían ser un espejismo.
Peligrosamente algunas organizaciones asumen la gerencia y gestionan a través de mensajes, ya no existen reuniones formales para analizar y dimensionar fenómenos complejos, reenviar una información remedia el problema. Atrás quedaron los principios de todas las escuelas del pensamiento administrativo y aplicación para atender las dinámicas empresariales y sociales.
Instituciones públicas y privadas se manejan por estos canales de comunicación, lo que no deja de ser una ventaja, sólo qué el andamiaje organizacional que garantiza la consolidación de un funcionamiento estable, desde lo organizacional, no debe ser a través de la virtualidad. Por ejemplo, ya no se reúnen las líneas supervisorias con los subordinados, le envían un mensaje a un grupo, y la dinámica es por allí. Verse cara a cara, siempre será importante.
Las plataformas para la enseñanza virtual son otra cosa, que bueno que cada día se fortalezcan, de cara a las nuevas tecnologías, pero, en todos los niveles algunos docentes o formadores recurren a las redes sociales confundiendo estas herramientas. El proceso de enseñanza y aprendizaje, concebido sociológicamente como indispensable para desarrollo del individuo y luego para la sociedad, no puede ser relevado por el uso de las redes sociales. No creo sean consideradas medios para enseñar a leer o escribir, por ejemplo, pero sirven para fomentar cosas positivas.
El contenido que se encuentra es multiforme, heterogéneo y extenso. Nosotros escogemos donde situarnos, podemos distinguir lo que es nocivo y decidir si seguimos “navegando” o no, podemos identificar qué es perjudicial y toxico, pero jamás permitamos que los niños las usen, no es verdad que nosotros podremos controlarlos, es una peligrosa arma. Cuidado.
Criterios para su uso
Pareciera que estas herramientas no tienen formas de control y el correcto uso está a la discreción de los usuarios, estos los hay; comedidos, ponderados y oportunos, pero también tenemos, una buena parte que no demuestra la más mínima postura de educación y decencia. Por estas vías se insulta, se ofende y se descalifica de forma inescrupulosa. Los decálogos se crean pero no siempre se cumplen más allá de las normas de las compañías creadoras de estas herramientas, entonces, se apela al recurso del uso consciente y respetuoso entre los usuarios.
Otro aspecto que conviene siempre revisar es la conducta casi obsesiva de algunos usuarios, personas que solo alimentan el ocio con su uso, pueden pasear horas paseándose por las publicaciones, se aíslan de su entorno, son adictos a su equipo móvil, se pierden la esencia de la realidad concreta para circular todo el día por una “realidad virtual”. Se duermen cuando las redes se lo permiten y, se levantan para dar un salto a esa trampa que los atrae como si tuviera un imán invisible. Se pierden de los momentos verdaderamente gratos sumergidos en ese laberinto que inician compartiendo una imagen, pero que luego no pueden parar.
Las redes sociales difícilmente lo salvaran de faltas de ortografía, del uso correcto del lenguaje o de su crecimiento personal en general. Puede aprender cosas, desde luego, no todo puede ser malo. Si le damos un uso consciente y coherente seguramente encontraremos cosas de interés, pero nunca deben sustituir la realidad física, dado que buena parte de lo que allí se encuentra no es tan bonito como parece.
En realidad la industria que las crea, los logotipos y los equipos a través de los cuales hacemos efectivo su uso, no son quienes hacen daño. Somos nosotros quienes posicionamos una etiqueta, viralizamos una imagen; un video, o le da importancia a un comentario. Somos los seres humanos quienes le damos forma a ese fenómeno diario
En todo caso corresponderá siempre orientar al uso responsable, adecuado y respetuoso. Es increíble como en ocasiones una tendencia es considerada como una realidad objetiva capaz de alimentar variables de nuestra vida cotidiana e incluso influir en la misma. Un comentario compartido por unos miles es asumido como real, aunque no tenga nada que ver con lo cierto. Una imagen le da la vuelta al mundo en minutos y ya está a la orden de los detractores o seguidores de alguien para subastar su importancia o utilidad.
Lo importante
No tenemos que privarnos de las redes, resistirnos a que existen; es negar una realidad a la vista de todos. Están entre nosotros, y no hay duda que muchas cosas buenas pueden recatarse de su uso adecuado, podemos convivir con ellas, sin que nos cautiven y nos atrapen, siempre con respeto, tolerancia y un alto sentido de conciencia. No es cuestionable su uso, lo reprochable es el uso indebido.
Nos vemos en las redes.
Fuente: gestiopolis / Por: Carlos Alexis Marquez Segovia
Publicado por: TuDecides.com.mx
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