El cerebro representa sólo el 2% de nuestro peso pero ocupa alrededor del 20% de la energía de los alimentos que ingerimos. Por eso, la alimentación juega un rol fundamental en su desarrollo y desempeño.
La escritora Virginia Woolf decía que nadie puede pensar, amar o dormir bien si no ha comido adecuadamente. La inglesa tenía toda la razón.
De acuerdo a las últimas investigaciones, cada día es más evidente que los alimentos adecuados (o las sustancias químicas naturales que éstos contienen) pueden mejorar las habilidades mentales: la concentración y las habilidades motoras y sensoriales, mantener a una persona motivada, aumentar considerablemente la memoria, acelerar los tiempos de reacción, calmar el estrés y quizá, incluso evitar el envejecimiento cerebral.
Y tú, ¿sabes qué comer para mantener tu cerebro saludable?
Una alimentación inteligente
Dentro de los principales elementos que necesita el cerebro está la glucosa proveniente de los carbohidratos, como cereales, legumbres, frutas y vegetales, así como productos lácteos. También son buenos los alimentos que contienen silicio, que se halla en el salvado de trigo, harina de avena integral, arroz integral, pasas, espinacas, zanahorias, perejil y en algunos quesos.
Así mismo es también importante el fósforo, que puede ser de origen animal o vegetal. El de origen animal es necesario para el desempeño del cerebro y el sistema nervioso, mientras que el fósforo de origen vegetal contribuye principalmente a la formación de órganos y huesos. Se encuentra principalmente en el pescado, y algunos moluscos como las almejas.
Aunque muchos vegetarianos no estén de acuerdo, si se quiere tener una buena estructura cerebral y nerviosa, se deben ingerir aminoácidos y éstos sólo se encuentran en cantidades suficientes en alimentos de origen animal, aunque también se encuentran en menor cantidad en huevos y soya.
El manganeso en tanto, es sumamente efectivo para los centros de la memoria y lo encuentras en las avellanas.
Además, puedes incrementar la agudeza mental, la memoria y la resistencia al estrés consumiendo alimentos que contienen componentes precursores de importantes neurotransmisores del cerebro como la colina, una vitamina B presente en el huevo.
Recuerda que una alimentación desequilibrada puede producir carencias específicas de algunos de los nutrientes, que se manifiestan mediante síntomas o sensaciones como apatía, desgano, irritabilidad, nerviosismo, cansancio, falta de atención, fallos de memoria, de concentración e incluso depresión.
Además, cabe tener presente que las etapas más críticas en la formación del cerebro humano tienen lugar durante el último trimestre del embarazo y continúan hasta dos años después del nacimiento. Por ello, el aporte adecuado de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (AGPCL), en particular ácidos grasos omega 3, es determinante en este periodo para la creación del tejido nervioso y para la generación y transmisión de la información a través de las neuronas que, en adelante, repercutirá en una mayor capacidad de aprendizaje y concentración.
Fuente: www.altonivel.com.mx
Publicado por: TuDecides.com.mx
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