Todos tenemos algo de estrés en nuestra vida diaria –y es que, ¿quién puede presumir estar 100 por ciento libre de estrés en este mundo moderno?–. Sin embargo, si la tensión y las preocupaciones superan un cierto nivel, nuestra salud física y mental puede verse seriamente afectada… y no tomar cartas en el asunto podría tener consecuencias graves.
Los expertos clasifican los síntomas del estrés en cuatro rubros: cognitivos, físicos, emocionales y de comportamiento. Estas son las principales señales que indican que es momento de bajarle un poquito a la velocidad y recuperar la paz interna a como dé lugar.
1. Te sientes cansado todo el tiempo.
Sea mañana, tarde o noche, la sensación de fatiga nunca abandona tu cuerpo. Aunque te vayas a la cama temprano y sientas que hayas dormido bien, te despiertas al día siguiente y te sigues sintiendo cansado. El estrés es uno de los principales vampiros energéticos.
2. Te enfermas con frecuencia.
Primero te da un ataque mortal de gripa; cuando te recuperas, una gastritis tremenda se apodera de ti. Sufrir padecimiento tras padecimiento es señal inequívoca de que tu cuerpo se encuentra bajo mucho estrés. Esto sucede porque no duermes bien, seguramente te alimentas mal y has adquirido hábitos poco saludables. De acuerdo con diversos estudios, la capacidad de protección de tu sistema inmunológico se reduce un 30 por ciento cuando estás estresado.
3. No puedes dormir.
¿Te ha pasado que das vueltas y vueltas en la cama y simplemente no puedes conciliar el sueño? Aunque te sientas increíblemente cansado, te resulta imposible dormir. En el momento en que recuestas la cabeza sobre la almohada, tu mente se empieza a llenar de tareas pendientes. Haz un alto en tu vida agitada si no quieres que tu salud se vea seriamente afectada.
4. Tu mente está dispersa.
Tu cabeza está en todas partes, y a la vez, en ninguna. Tienes tanto en mente que te olvidas de cosas simples, como dónde dejaste las llaves o alguna fecha importante. Asimismo, te sientes incapaz de concentrarte.
5. Te duele la cabeza.
Si todo el tiempo te duele la cabeza o te sientes mareado, es probable que necesites alejarte unos días del trabajo y el estrés citadino para recuperar tu calidad de vida. Asimismo, una rutina de ejercicio te ayudará a combatir este padecimiento.
6. Estás irritable.
Cuando estás muy estresado, tu tronco cerebral –la parte primitiva de tu cerebro– toma el control, y la parte que permite que planees cede parte de él. Por esta razón, puedes explotar prácticamente por cualquier cosa, por más insignificante que parezca: el sonido de un claxon, ropa tirada en el piso, una frase pronunciada por tu pareja… en fin.
7. Bebes (o fumas) más que antes.
Después de un día duro de trabajo, lo único que deseas es llegar a casa, abrir una botella de cerveza y beber mientras ves televisión. No tiene nada de malo tomarse una cerveza o dos después del trabajo, pero si sientes que éste es un método de escape, presta atención.
8. Pierdes el apetito o comes de más.
Debido a la ansiedad, comes todo el tiempo –y no precisamente cosas saludables– o, de plano, pierdes todas las ganas de comer. Esto se puede ver reflejado, entre muchas otras cosas, en tu peso.
9. Te vuelves negativo.
Los pensamientos negativos se han apoderado de ti: pase lo que pase, todo está mal. Ver el lado negativo de todas las cosas es señal de que no estás disfrutando lo que haces y de que tus actividades diarias te están abrumando.
10. Estás ansioso.
Aunque sea fin de semana y te encuentres lejos de la oficina, te sientes ansioso y preocupado. Esto se ve reflejado en la adopción de manías como morderte las uñas o incluso en tics nerviosos.
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Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
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