Para una mejor toma de decisiones, el ser humano debe desarrollar la capacidad de diferenciar el ruido de la intuición y alcanzar la sabiduría, un campo donde las máquinas solo pueden asistir, no reemplazar.
¿Qué sabemos con certeza?
El pensamiento humano necesita una mejora constante. Los griegos decían “mente sana en cuerpo sano”, y la vida moderna nos enfrenta a desafíos mentales complejos. El cuerpo actúa como el vehículo de una mente que piensa: el intelectual obra a través de palabras y conceptos, mientras que el hombre de acción lo hace mediante personas y objetos. Ambos constituyen al «Creactor», un individuo capaz de integrar mente y cuerpo para adaptarse a su entorno.
Creer o pensar
Mark Twain dijo: “Lo que nos mete en problemas no es lo que no sabemos, sino aquello que creemos con certeza y simplemente no es así”. La crisis hipotecaria en Estados Unidos, simbolizada por la caída de Lehman Brothers en 2008, sorprendió a muchos, aunque para algunos era previsible. Aquellos que veían lo evidente fueron considerados pesimistas o «aguafiestas». Sin embargo, la capacidad de observar y cuestionar las suposiciones dominantes es fundamental para anticipar riesgos.
Los que “la ven” y los que no
Hoy, ante situaciones críticas, encontramos dos posturas opuestas: quienes creen que «esta vez saldrá bien» y los que sostienen «yo te avisé». Mientras los primeros se enfocan en la macroeconomía, los segundos observan el desempeño microeconómico. Este contraste subraya la necesidad de una perspectiva que integre ambos ángulos. Un pensamiento capaz de apreciar matices y comprender la complejidad permite decisiones mejor informadas. El deseo, la convicción y el entusiasmo son motores fundamentales para la toma de decisiones y acción; sin embargo, actuar con conciencia de los riesgos es más prudente que hacerlo a ciegas.
Ordenar el pensamiento: Morin y el pensamiento complejo
Edgar Morin, en el 2000, resaltó que no se puede comprender por separado lo que está interconectado. La mente que ignora el contexto crea individuos ciegos, inconscientes e irresponsables. La economía, al limitarse a lo cuantificable, ignora factores humanos esenciales, como las emociones y las necesidades. La ciencia más avanzada matemáticamente es, humanamente, una de las más limitadas. Según Morin, un pensamiento bien ordenado explora la relación entre el todo y sus partes. Una reforma del pensamiento unificaría la ciencia y el humanismo, devolviendo a la educación su propósito de formar mentes organizadas y adaptables a la incertidumbre.
La pirámide del conocimiento y el rol humano
Philip Kotler rediseñó la clásica pirámide del conocimiento (datos, información, conocimiento, sabiduría), añadiendo «ruido» en la base y «intuición» en la cúspide. En la era digital, tendremos abundancia de datos e información, pero escasez de discernimiento. Para tomar decisiones, el ser humano debe desarrollar la capacidad de diferenciar el ruido de la intuición y alcanzar la sabiduría, un campo donde las máquinas solo pueden asistir, no reemplazar. La complejidad necesita organizarse críticamente, evitando simplificaciones o visiones unidimensionales.
Ingenieros del caos y jaulas mentales
El pensamiento ordenado no puede ignorar el papel de la política actual, que aprovecha la rabia popular mediante estrategias digitales para manipular emociones. Esta «política de la indignación» genera odio y polarización, usando perfiles falsos o avatares para influenciar a la sociedad. Las máquinas, si bien permiten avances tecnológicos, también pueden consolidar sesgos y reducir nuestra capacidad crítica. Evitar que el pensamiento humano se convierta en una «jaula mental» es esencial en un entorno dominado por algoritmos que interpretan y moldean la realidad.
Inteligencia Artificial y las paradojas del progreso
Cuando Elon Musk y Sam Altman lanzaron ChatGPT, abrieron una «caja de Pandora» tecnológica. Mientras las grandes tecnológicas acumulan poder, el debate sobre si estamos perdiendo habilidades humanas básicas sigue abierto. La inteligencia artificial debe actuar como un recurso que complemente, no reemplace, nuestras capacidades. La política y la ética deben guiar el desarrollo tecnológico, asegurando que la tecnología nos ayude sin poner en riesgo los logros sociales y humanos.
Fuente: Emprendedores News / Por: Dr. Horacio Krell Director de Ilvem.
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