En el contexto del antes y el después, tan en boga a partir de la aprobación de las reformas estructurales, no incurrimos en exageraciones o arrebatos si afirmamos que hoy, en materia de fiscalización, estamos ante un nuevo paradigma.
Se han modificado, de manera integral y a partir del aprovechamiento intensivo de las nuevas tecnologías digitales y el internet, los métodos, las herramientas y las técnicas empleados por la autoridad fiscal para verificar el correcto y oportuno cumplimiento de nuestras obligaciones tributarias.
Son estos referentes los que representan un parteaguas entre el esquema de fiscalización tradicional y el nuevo modelo electrónico, tanto en el formato como en los procedimientos y en su eficacia. En el formato, porque prevalecerán las revisiones electrónicas sobre las visitas domiciliarias y las revisiones de gabinete, dada su funcionalidad y efectividad.
En los procedimientos, porque los citatorios, notificaciones personales, actos presenciales y otros formalismos consustanciales a las visitas domiciliarias ceden terreno ante las actuaciones electrónicas y los medios digitales inherentes a las revisiones electrónicas, lo que redundará en una importante disminución de los tiempos invertidos en su desahogo, amén de que se reduzca drásticamente la vulnerabilidad jurídica que los formulismos excesivos les impregnaban.
Es en su eficacia y precisión donde el paradigma se evidencia, pues entramos de lleno en la era de las auditorías selectivas, es decir, aquellas que se dirigen a contribuyentes específicos, con base en indicadores sobre potenciales incumplimientos, generados por una amplia red de cruce electrónico de información.
A diferencia de las revisiones convencionales que, en la mayoría de los casos, se ejercían de manera aleatoria y dispersa, insuficiencia que, aunada a la infinidad de formalismos que las caracterizaban, implicaba una significativa limitación en cuanto a su efectividad.
Frente al nuevo paradigma de la fiscalización electrónica, como contribuyentes debemos concientizarnos de que, en el ámbito tributario, habitamos una casa de cristal, en la que nuestro gran hermano, el SAT, percibe y registra todos nuestros movimientos, y a partir de esa invasiva realidad, desterrar hábitos y comportamientos que resultan altamente riesgosos.
Son cuatro los referentes fundamentales que sustentan este nuevo paradigma:
- Los comprobantes fiscales digitales por internet, a través de los cuales el fisco conoce, identifica, registra y procesa en tiempo real, todos nuestros actos y operaciones económicas
- El buzón tributario, flamante y riguroso mecanismo de comunicación e interacción electrónica entre la autoridad y el contribuyente
- La contabilidad en línea, fórmula que le permite al SAT allegarse, de manera mensual y sistematizada, nuestra información contable, sin tener que ejercer las engorrosas facultades de comprobación convencionales
- Las revisiones electrónicas, instrumento formidable de auditoría que permite fiscalizar, en forma automática y eficaz, a todo el universo de contribuyentes, así como focalizar las auditorías, a partir de tendencias y comportamientos erráticos o inusuales y de reportes, mapeos y alertas digitales
Fuente: www.mundoejecutivo.com.mx / por : FERNANDO CASTILLO B. Socio Director de Abogados de Empresa Asociados www.aboempre.com
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