cnnexpansion.com — Muchas personas piensan que la economía estadounidense no está en recesión y que son los medios, o mejor dicho los periodistas, los que se encargan de difundir el pesimismo por razones egocéntricas: porque queremos que Obama llegue a la Casa Blanca; porque de esa manera ayudamos a que nuestros amigos vendan caro para luego comprar barato; porque los titulares alarmistas atraen más lectores y, por ende, los anunciantes pagan más.
Pero la gran mayoría piensa que los columnistas como yo no decimos la verdad sobre la situación de la economía, que las estadísticas del gobierno son mentira y que este es, de hecho, el peor momento de la economía norteamericana.
Algunos incluso la califican como “Depresión.” Pero eso es ir demasiado lejos, una cosa es mencionar el término “recesión” cuando aún faltan los datos de un trimestre, y otra cosa muy diferente es llamarla “depresión”, palabra peligrosa y equivocada.
Para dejar clara la diferencia basta recurrir a los libros de historia. La crisis de 1930 fue mucho peor: la tasa de desempleo se disparó durante la Depresión, alcanzado casi el 25% en 1933.
Mientras que la tasa de desempleo actual asciende a sólo 5%, a poca distancia del 4.5% registrado el año pasado. Otra característica de la Depresión fue la deflación, algo que obviamente no sucede hoy. Los salarios han subido, aunque menos de lo que muchos quisieran. El principal temor en estos días es la inflación en los costos de alimentos y combustibles.
Pero hay razones para creer que la presión de la inflación se mitigará, pues el precio de las materias primas se debe en parte a cierta burbuja especulativa. Además, si la Reserva Federal puede estabilizar al dólar, ello también repercutirá en los costos de la comida y la gasolina.
Por último, está la bolsa de valores. Es necesario atender los altibajos de las acciones, aunque muchos crean que lo que pasa en Wall Street no afecta a las personas de a pie.
Eso no es verdad, pues tarde o temprano, un mercado bursátil saludable ayudará al consumidor promedio: si a las grandes empresas les va bien, es muy probable que contraten más y paguen mejores salarios.
Un mercado recuperado también supone más riqueza para los inversionistas, y muchos estadounidenses tienen participaciones en el mercado debido a sus planes de retiro.
Asimismo, hay que recordar que la Depresión fue causada por el desplome de la bolsa de valores en octubre de 1929. El hundimiento generalizado del valor de las acciones provocó que la economía estadounidense sufriera la peor caída de su historia.
A la deriva, pero no hundida
Las recesiones son el resultado de un lento y gradual decrecimiento en la economía. La Depresión, en cambio, fue producto de un único colapso que tardó dos años en disiparse.
Y hoy el escenario es distinto. “No veo muchas semejanzas con la Gran Depresión. La economía puede estar a la deriva, pero no podemos decir que está hundiéndose. Eso fue lo que ocurrió en la Depresión, una contracción generalizada” explica Chris Probyn, economista en jefe de State Street Global Advisors.
Tampoco creo que la bajada en los precios de la vivienda sea una situación análoga. El mercado inmobiliario ha recibido mucha atención, pero sólo una pequeña minoría de propietarios son prestamistas subprime con riesgo de embargo.
Es comprensible que la caída de los precios de las casas sea frustrante para algunos, pero es algo que puede evitarse: para muchas personas una casa es aún un lugar para vivir, y no una inversión a corto plazo para obtener dinero como si fuera un cajero automático.
No me malinterpreten, no intento pintar un panorama rosa de la economía o minimizar los problemas financieros que muchos atraviesan hoy. Sólo necesitamos poner las cosas en perspectiva.
“Nunca he visto nada como esto en el mercado inmobiliario. Y para cualquier persona, las cosas pueden ponerse peor. La tasa variable hipotecaria está reajustándose, la gasolina a 4 dólares el galón, un mercado laboral débil. Estos factores pueden crear problemas. Pero la Fed ha recortado las tasas y el Congreso ha respondido con el paquete de estímulos fiscales. Cuando sucedió la Gran Depresión no existía una política fiscal para prevenirla” afirma Probyn.
Por lo tanto, calificar como “recesión” a la situación actual de la economía es quizá un poco prematuro, aunque no tan errado. Pero considerarla una “depresión” es completamente irresponsable.
Fuente: cnnexpansion.com
Por: Paul R. La Monica
Publicado: 06:0002 de junio de 2008
Publicado por: TuDecides.com.mx
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