En 2022, Jason M. Allen, un ejecutivo de una startup especializada en crear juegos de mesa con nuevas tecnologías, participó en un concurso de arte en Colorado, Estados Unidos. Su obra, titulada Théâtre D’opéra Spatial, fue elegida como la ganadora del certamen, pero la controversia surgió cuando se reveló que había utilizado Midjourney, una plataforma de inteligencia artificial generativa que genera imágenes a partir de descripciones textuales.
Aunque las críticas no se hicieron esperar, Allen defendió su participación. En declaraciones a The New York Times, aseguró que no había violado ninguna regla del concurso y que quienes lo criticaban simplemente no sabían perder. “El arte está muerto”, afirmó, subrayando que “la IA ganó y los humanos perdieron”.
Midjourney, la herramienta que utilizó para crear su obra, ha sido criticada por la comunidad artística por utilizar imágenes sin el consentimiento de sus autores para entrenar su sistema.
Sin embargo, todo cambió en 2023. En marzo de ese año la historia dio una vuelta de tuerca cuando la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos dictó un fallo que afectó la posición de Allen.
Una vuelta de tuerca en el ámbito de los derechos de autor
Según la Oficina, la obra creada mediante inteligencia artificial “no contenía autoría humana”, lo que significaba que no podía estar protegida por derechos de autor.
Como consecuencia, Allen no pudo registrar su obra Théâtre D’opéra Spatial, perdiendo así la posibilidad de obtener derechos de autor sobre ella y con ello se quedó sin la posibilidad de ser remunerado económicamente.
En una entrevista con Colorado Public Radio, Allen explicó que la decisión le había costado “millones de dólares” y había minimizado el valor de su trabajo.
La decisión de la Oficina de Derechos de Autor también afectó la capacidad de Allen para cobrar tarifas estándar en la industria.
En respuesta, Allen presentó un recurso ante un tribunal federal de Colorado, argumentando que su intervención en la obra, que incluyó el uso de Photoshop y otros programas de edición, era suficiente para reconocer su autoría.
Además, acusó a quienes usaban su trabajo de robar su obra de manera “flagrante y reiterada”, sin darle compensación ni crédito.
Al final, Allen tuvo que ajustar su estrategia: en la era de la inteligencia artificial, ni el talento ni la innovación garantizan automáticamente reconocimiento o compensación.
Fuente: Enrepreneur
Conclusiones Clave
- Aunque la IA puede potenciar la creatividad, los marcos legales actuales todavía no reconocen la autoría de obras generadas por IA, lo que plantea nuevos desafíos para artistas y creadores.
En 2022, Jason M. Allen, un ejecutivo de una startup especializada en crear juegos de mesa con nuevas tecnologías, participó en un concurso de arte en Colorado, Estados Unidos.
Su obra, titulada Théâtre D’opéra Spatial, fue elegida como la ganadora del certamen, pero la controversia surgió cuando se reveló que había utilizado Midjourney, una plataforma de inteligencia artificial generativa que genera imágenes a partir de descripciones textuales.
Aunque las críticas no se hicieron esperar, Allen defendió su participación. En declaraciones a The New York Times, aseguró que no había violado ninguna regla del concurso y que quienes lo criticaban simplemente no sabían perder. “El arte está muerto”, afirmó, subrayando que “la IA ganó y los humanos perdieron”.
Midjourney, la herramienta que utilizó para crear su obra, ha sido criticada por la comunidad artística por utilizar imágenes sin el consentimiento de sus autores para entrenar su sistema.
Sin embargo, todo cambió en 2023. En marzo de ese año la historia dio una vuelta de tuerca cuando la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos dictó un fallo que afectó la posición de Allen.
Una vuelta de tuerca en el ámbito de los derechos de autor
Según la Oficina, la obra creada mediante inteligencia artificial “no contenía autoría humana”, lo que significaba que no podía estar protegida por derechos de autor.
Como consecuencia, Allen no pudo registrar su obra Théâtre D’opéra Spatial, perdiendo así la posibilidad de obtener derechos de autor sobre ella y con ello se quedó sin la posibilidad de ser remunerado económicamente.
En una entrevista con Colorado Public Radio, Allen explicó que la decisión le había costado “millones de dólares” y había minimizado el valor de su trabajo.
La decisión de la Oficina de Derechos de Autor también afectó la capacidad de Allen para cobrar tarifas estándar en la industria.
En respuesta, Allen presentó un recurso ante un tribunal federal de Colorado, argumentando que su intervención en la obra, que incluyó el uso de Photoshop y otros programas de edición, era suficiente para reconocer su autoría.
Además, acusó a quienes usaban su trabajo de robar su obra de manera “flagrante y reiterada”, sin darle compensación ni crédito.
Al final, Allen tuvo que ajustar su estrategia: en la era de la inteligencia artificial, ni el talento ni la innovación garantizan automáticamente reconocimiento o compensación.
Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
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