Cuando uno se encuentra más allá de los 60 (yo ya hace algún tiempo estoy expuesto a esta condición), no sólo se ocupa uno de la tercera fase de la vida, sino que también se vive con un número cada vez más grande de compañeros de la misma edad, de negocios, amigos, conocidos que entran a la etapa del retiro y cómo superan este cambio.
Muchos experimentan este proceso como fase difícil y hasta peligrosa. Ene sta columna no me basaré en datos estadísticos demográficos, ni en estudios concernientes a la edad, sino en impresiones, experiencias y consecuencias personales.
El primero y más grande mira hacia adelante e intenta gozar del retiro. “Por fin hay tiempo para recuperar hobbys e intereses personales que en la vida laboral muchas veces no se pueden llevar a cabo”, dicen los integrantes de este primer grupo. Yo los llamo “los aficionados a los hobbys".
El segundo grupo busca actividades nuevas que generalmente no están demasiado alejadas de la vocación laboral. A estas personas las llamo “los que continúan haciendo”.
Una tercera categoría simplemente empieza a deconstruir. Hace años leí una estadística aterradora: una tercera parte de los retirados de alto nivel mueren en no más de 5 años después de haber entrado en esta etapa. No sé si estos números son correctos, pero en mi círculo social sé de muchos casos que fueron alcanzados por este destino.Desde mí punto de vista, no necesariamente representativo, a menudo aquí se trata del personal de alto nivel, que se desarrolló en el campo laboral con mucho esfuerzo y desgaste nervioso. También me parece que en este grupo están representados de forma sobre proporcional directores de alto nivel que sufren ante la perdida del estatus y del poder.
Quién pueda influenciar eso, hará todo lo posible por no pertenecer al tercer grupo. ¿Pero cómo se deben sopesar “los aficionados a los hobbys” y “los que continúan haciendo”? Para esto tengo una clara opinión personal. Si usted puede decidir sea parte de “los que continúan haciendo” y no se convierta en uno más de “los aficionados de los hobbys”. ¿Por qué? Aquí están algunos argumentos con un toque personal pero también soportados empíricamente.
A continuación observaremos tres diferentes casos de hobbystas. Después de su despido sorpresivo, el ex presidente de consejo de un banco mediano constantemente era visto en el campo de golf. Finalmente pudo gozar su hobby todo lo que quería, pero con el tiempo disminuyó el encanto y hoy en día rara vez se le ve en el campo. Un director de una empresa de software se dedicó después de su retiro al hobby de las manualidades y lo desarrolló a la perfección y de forma profesional. Después de algunos años, todos sus conocidos estaban proveídos con sus productos, su casa se desbordaba de los mismos y él ya no encontraba quién se los comprara; ahora está frustrado y pierde la ilusión de hacer manualidades.
El tercero es un directivo de una empresa de la industria química que antes se quejaba de tener muy poco tiempo para dedicarle a su jardín. Ahora comprueba que el trabajo en el jardín difícilmente llena con sentido más de 5 días a la semana. Es un problema eso de los hobbys. Si uno no tiene tiempo para ellos, suelen ser muy atractivos. Pero si uno pretende llenar con estas actiidades el vacío de la semana, entonces frecuentemente no son suficientes para dar sentido, diversión y comunicación social.
Mi anterior colega Dieter Sadowski, hoy profesor en la Universidad de Trier, hace más de 30 años escribió su tesis del doctorado sobre los problemas que conlleva el retiro. Una de sus conclusiones más importantes fue que “la capacidad del ocio” se tiene que desarrollar mucho antes del retiro. Este consejo lo considero correcto, pero el ocio como tal no satisface completamente a muchos que antes trabajaban de forma muy involucrada. No puedo ocultar que a menudo observo un decaimiento espiritual muy fuerte dentro del grupo de los “hobbystas”. Ellos mismos casi no se dan cuenta, pero sus intereses, su grado de información y sus asuntos demuestran una clara atrofización aparente. Usted debería de evitar esto.
Así que queda el “continuar haciendo”. De ninguna manera me refiero a seguir en lo mismo con esfuerzos en tiempo y energía similares a épocas anteriores, pero muy ciertamente me refiero a actividades que no sólo sean voluntarias y ad hoc, sino que impulsen un compromiso y un rendimiento espiritual e intelectual. Experimenté a muchos seres humanos que seguían estando mentalmente muy bien incluso en avanzada edad. Ejemplo a seguir serían Peter Drucker, que hasta poco antes de su muerte a los 95 años de edad estaba completamente “al pie del cañón”. Y Philip Kotler, quien a los 78 años de edad sigue viajando por el mundo dando conferencias. Para los científicos, los empresarios independientes y los freelancers el “continuar haciendo” es más fácil que para directores empleados. Sin embargo, también para estos últimos hay suficientes oportunidades como consejero, consultor y experto más allá del día X.
Se sobreentiende que haya que disminuir y dosificar un poco la actividad de acuerdo a la edad y cada quien debe tomar la decisión para si mismo. Yo por lo menos voy a “continuar haciendo”.
Fuente: www.mundoejecutivo.com.mx
Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
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