Hay un tema que divide a las bibliotecas: ¿Es el genio un producto de haber nacido con un cerebro genial o es la actividad mental que realizan los genios la que produce cerebros tan especiales. Las dudas aumentaron desde que se descubrió la neuroplasticidad, esa capacidad que posee el cerebro de crecer y desarrollarse a través de la experiencia y el conocimiento, durante toda la vida.
Los chicos de hoy son más veloces. Captan todo, asocian, profundizan, plantean, objetan si no están de acuerdo. Antes hacíamos lo que nos decían.
Muchos genios fueron malos estudiantes. Un profesor de Albert Einstein escribió: “Este chico no llegará nunca a ningún sitio”. Sus maestros lo encontraban lento y se quejaban de que reflexionaba demasiado antes de responder. No conseguía aprender nada de memoria. No entendía las reglas y las órdenes. Rechazaba practicar deporte y esto lo llevó a aislarse. A los 16 años fue rechazado en una primera prueba de acceso a la Escuela Politécnica de Zurich por sus malos resultados en letras. Pese a ser excelente en matemáticas y física, era flojo en francés (se acababa de mudar a Suiza y no conocía el país), geografía y dibujo.
Años después, el padre de la teoría de la relatividad dejó para la posteridad una de sus célebres frases sobre el tema: “La educación es lo que queda después de que uno ha olvidado lo que aprendió en la escuela”. La definición tradicional de inteligencia incorporó la teoría de Howard Gardner sobre inteligencias múltiples, que rechazó que se trate de una habilidad innata y unitaria. Gardner describió ocho tipos de inteligencias a las que definió como capacidades mentales diferentes.
Como nativos digitales los niños de hoy están muy informados y manejan muy bien las nuevas tecnologías, pero han perdido el asombro, la imaginación y la creatividad. Cuesta que presten atención, les cuesta escribir y son pobres en vocabulario. Eso les trae problemas de comunicación.
La multitarea rebaja el nivel de resolución de problemas porque la atención se divide. Además tienen menor tolerancia a la frustración
Antes las familias se reunían frente a un solo televisor. De allí nacía un debate que enriquecía, ya que intercambiaban ideas y eso permitía interactuar y conocerse mejor. La cultura multimedia ha cambiado todo y hoy se acceden a productos culturales desde distintos soportes, y los chicos lo hacen solos, sin compañía. Esto lleva a mucha soledad, desde muy temprana edad. Las tecnologías son soportes de su vida social y han generado nuevas formas de sociabilidad. La tecnología ofrece oportunidades para el desarrollo pero no hay que deslumbrarse por sus habilidades. Habría que aprovechar los beneficios y poder jugar con ellos para transmitirles valores, pensamientos, debatir ideas y mantener el diálogo.
El niño es el padre del hombre. La psicoeconomía descubrió que muchas de las decisiones que tomamos son irracionales, y que afectan tanto al individuo como a la sociedad. La abrumadora cantidad de información producida por la tecnología está fuera del alcance de la capacidad de procesamiento con que la nacemos y tenemos, porque el sistema educativo está dejando que crezca naturalmente, como la lechuga, sin una educación de excelencia que la desarrolle. Para salir del paso establecemos reglas más o menos automáticas, generalizaciones y modelos que, funcionan bastante bien. Pero, claro, esto no siempre sucede. Lo más grave es que las proyecciones construidas bajo algoritmos de racionalidad, están desfasadas con la realidad ¿Las consecuencias? Crisis, imprevisibilidad, teorías obsoletas para leer el mundo.
Gimnasio cerebral. Las neurociencias han descubierto cómo funciona el cerebro pero no se ha encontrado la forma de bajar esos conocimientos a la educación. Si resucitara un maestro del siglo pasado podría dar sus clases sin mayores problemas.
La inteligencia más importante es la espiritual porque brinda el sentido de la vida de cada persona. Es necesario un entrenamiento en el auto conocimiento para lograr autoconciencia, mejorar la toma de decisiones, expandir la concentración, la memoria y la racionalidad, para tomar conciencia de las variables del mundo que nos rodea. La conciencia no gobierna sola los actos, sino apoyada en las emociones. Es necesario activar la inteligencia emocional para que el saber produzca en el cerebro nuevas ideas, nos haga más creativos, planificadores, estratégicos y ejecutivos.
El gimnasio cerebral apunta a potenciar la percepción, a reconocer e identificar las emociones propias y ajenas en pos de la racionalidad, dirigir el pensamiento y enfocarse en el aquí y ahora. A la hora de alcanzar la autoconciencia emocional, el primer paso es la meditación. Con ella se puede lograr la atención plena. Los estudios confirman que durante la meditación se producen cambios en el sistema nervioso: áreas que se encienden, asociadas a emociones positivas y funciones sociales, y otras que disminuyen su actividad, como las asociadas a las emociones negativas.
La comisión europea espera gastar u$s 130 millones en 2014 hasta 2023 en el proyecto cerebro humano. Pero los neurocientíficos critican su enfoque de simulación computacional. En EEUU también se investigan los misterios del funcionamiento y los desórdenes mentales. Los investigadores plantean que no es cuestión sólo de dinero. La década del cerebro produjo más emociones que resultados. No se ha encontrado como en biología, el ADN que permitió a los biólogos entender la estructura física de la información genética. No hay un factor, todavía, que solucione los misterios de la mente.
Ese puente que permita unir los dos lenguajes: el del cerebro y sus neuronas y el de la mente con sus pensamientos. Una tecnología de punta de la neurociencia, la grabación cerebral directa, mediante electrodos implantados en las profundidades del cráneo, permitirá realizar en vivo y en directo implantes que ajusten los niveles de los estímulos haciéndolos más o menos fuertes. Las personas con lesiones cerebrales graves, gracias a ellos, ya pueden llegar a mover un brazo robótico a través del pensamiento.
La educación no se ha convertido en el laboratorio de experimentación de los avances de las neurociencias. Tampoco se explica la divergencia entre las notas en la escuela y el éxito en la vida. Craig Venter, el padre del genoma humano, dejó una mala aureola en su paso por las aulas. Estaba más interesado en la vela y el windsurf. Sus notas eran muy insuficientes. ¿Y Bill Gates? Tuvieron que pagarle para estudiar. Mi hermana cobraba más porque siempre fui mal estudiante”, cuentan en su biografía.
Los profesores no saben detectar o entender las potencialidades de estos alumnos geniales. Incluso un mal estudiante puede esconder grandes virtudes y capacidades, en el marco de las inteligencias múltiples. Todos tenemos una dosis de talento, pero no todas tienen fuerza de voluntad y ganas de trabajar para desarrollarlo. La escuela debe permanecer abierta a todos, sin cortarle las alas a nadie. No debería permitir que el genio interior permanezca atrapado en la lámpara de Aladino. Las personas creativas necesitan una cierta disciplina y entrenamiento. Puede ser interna o también imponerse desde lo externo. Genios y maestros pueden convivir si cada uno pone algo de su parte. La educación emocional y el desarrollo de las habilidades sociales fortalece su voluntad e introduce hábitos de esfuerzo, autodisciplina y automotivación. Como dijo Einstein: Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.
El secreto del cerebro de Einstein. Einstein donó su cerebro a la humanidad para que se estudiara su secreto. Los investigadores quisieron averiguar las diferencias entre los cerebros de los genios y los cerebros comunes. Para eso tuvieron en cuenta definiciones de Einstein sobre su manera de pensar. Einstein pensaba en imágenes; para descubrir la teoría de la relatividad se imaginó viajando en la punta del rayo de luz.
Una vez dijo: “las palabras no influyen en mi pensamiento. Las entidades físicas que uso son imágenes que puedo reproducir y combinar. Las palabras las busco después, cuando el juego asociativo se afirma y puedo reproducirlo a voluntad”. Por esta dificultad de conceptualizar sin imágenes y de activar el pensamiento abstracto sin pensamiento visual, se explica su fracaso escolar. Por otra parte, la cita, demuestra que la imagen es una vía de acceso a la racionalidad.
El físico Bohr dijo “el trabajo más importante de un científico es crear imágenes nuevas”, y Einstein “si no puedo dibujarlo, es que no lo entiendo” y “la imaginación es más importante que el conocimiento”. El poder inteligente surge de la alianza estratégica de los hemisferios cerebrales. Es decir que sus pensamientos más productivos resultaron de una actividad cognitiva muy abstracta relacionada con la visión. Los investigadores compararon su cerebro con el de otros intelectuales y les llamó la atención es que su cableado (el cuerpo calloso que conecta los hemisferios) estaba más poblado de células glía, neuronas que hacen el trabajo de comunicación entre las neuronas pensantes.
Esto refleja que lo que lo convirtió en un genio no fue la inteligencia fluida que recibió de Dios sino también la inteligencia cristalizada que es fruto del conocimiento y la experiencia. Así se agrandó la zona más importante del cerebro, la zona 39, por lo que se lo puede considerar un atleta de la mente. La “inteligencia fluida” resuelve problemas con independencia del conocimiento adquirido o “inteligencia cristalizada”
Se pueden enseñar trucos nuevos a perros viejos. Los investigadores hicieron experiencias con ratas donde se comprobó que las que fueron estimuladas tuvieron mayor desarrollo cerebral. El médico investigador Warner Schaie en Seattle en los años 80 entrenó mentalmente a un grupo de personas de entre 50 y 60 años. Al finalizar el programa los resultados mejoraron en un 50%.
El cerebro es de carne y hueso. Por tal motivo la mente y el cerebro son cosas distintas. La mente es el programa de lo que somos y de lo que queremos ser. El cerebro es la máquina, el órgano que necesitamos tener en buenas condiciones para ejecutar correctamente el programa.
Para eso requiere nutrición, descanso, uso (porque lo que no se usa se pierde) y cuidado médico. Así como vamos al médico para chequear el estado de salud, del mismo modo debemos controlar el rendimiento del cerebro. El descuido lleva a la muerte lenta. El 20% de las neuronas muere a lo largo de la vida. Se puede aceptar pasivamente el deterioro o de decidirse a reconstruir el cerebro, a hacerlo revivir. Al crecer las neuronas vivas, como un árbol, producen ramas y en la edad adulta hay más que en la juventud y así compensan las pérdidas.
Verdi sobre su longevidad creativa dijo: toda la vida busqué la perfección pero nunca la pude hallar. Para lograrlo hay que descubrir la misión. Algunos la descubren y otros ni siquiera la buscan. El que no la tiene o la perdió está triste, pesimista y deprimido. Le falta una pasión.
Disminuye la curiosidad. Algo que alarma hoy es la tendencia al pensamiento único y a la uniformidad. Hay desinterés por la búsqueda interna de la misión personal y en lo externo un conformismo con la mayoría, un intento de identificarse con los iguales y el temor a lo desconocido. Pero aprender es encontrarse con lo nuevo y anestesiando la curiosidad la creatividad se reduce a lo que ya se cree o se sabe.
Para George Bernard Shaw “la verdadera alegría de vivir es ser utilizado para un propósito que reconocemos como importante”. Pero al hacerlo nos sentimos vulnerables y renunciamos para seguir con la agenda chica de nuestros intereses materiales. Sin buscar nuestro propio camino perderemos la oportunidad de inventar el futuro. El futuro no existe, debemos inventarlo con originalidad, cultivando nuestra esencia y la capacidad de conocer, comprender, crear y transformar. Así, aunque no conozcamos la dirección del viento, podemos preparar las velas.
El cerebro hace que el resto funcione, da las órdenes. La mente es su parte invisible, nos brinda pensamientos, ideas y conciencia.
Osho decía: “El arte puede crear belleza, la ciencia descubrir la verdad objetiva y la conciencia la realidad subjetiva. Y juntas pueden hacer completo cualquier sistema de educación.” Tal como está escrito en un cartel ubicado en el museo de ciencias naturales de la ciudad de New York “el mundo no es un regalo que nos hicieron nuestros padres, es un préstamo que todos los días nos hacen nuestros hijos”.
Dr. Horacio Krell CEO de Ilvem. Mail de contacto
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