Los atletas tienen trofeos, los pistoleros tienen puntería, y David Boies tiene su bodega de vinos. Los pasillos están llenos de los encabezados enmarcados de sus conquistas en los tribunales. "El hombre que se comió a Microsoft", proclamó Vanity Fair; "Westy se rinde", dijo el New York Post, después de que el general William Westmoreland retirara su calumniante demanda contra 60 Minutes.
Las bodegas con clima controlado, dentro de su mansión georgiana al norte de la ciudad de Nueva York, albergan 10,000 botellas de vino, desde Bordeaux hasta rojos de California, los claros mimos del éxito. Pero, como él cuenta en una de sus historias favoritas, su amado vino también es un recordatorio de lo que lo convirtió en el exitoso abogado que es ahora.
Cuando su bodega quedó lista, hizo que su entonces modesta colección de vinos fuera enviada desde un almacén en Manhattan. Comenzó a buscar un Margaux del 59. "Sabía exactamente lo que estaba buscando", dice Boies, "porque era una caja que había abierto antes, y había tomado seis botellas, y ahí guardé otras seis botellas de Lafite Rothschild del 66". Era la mejor caja y había desaparecido. Compulsivo y metódico, hizo el inventario y vio que otras nueve cajas habían desaparecido.
El almacén admitió que se había quedado con algunas, y le ofrecieron 150 dólares en compensación. Las cajas valían 5,000 dólares, por lo que demandó (la única vez que ha sido el demandante). En ese entonces era socio en el venerable despacho Cravath Swaine & Moore, que tenía varios abogados que pudieron hacerse cargo del caso. Pero Boies insistió en hacerlo él mismo.
El momento crucial del caso se dio cuando Boies se percató de algo que otro abogado habría dejado pasar. En una declaración, el administrador del almacén pasaba una y otra vez las páginas dentro de un folder. Boies le preguntó: "¿esos documentos son para nosotros?", a lo que el administrador respondió, "sí", y pidió ver los documentos para asegurarse.
Lo que descubrió fue un recuento incriminatorio de lo que había desaparecido, una lista realizada por el almacén incluso antes de que Boies descubriera su pérdida. Boies aumentó la apuesta con una acusación de fraude, y demandó por daños punitivos. "Fue genial", recuerda. "Ellos nunca pensaron que alguien pudiera gastar 25,000 dólares en un abogado para cobrar 5,000 dólares", pero su cálculo estaba mal, pues nunca pensaron que Boies sería representado por él mismo. El almacén y Boies llegaron a un acuerdo de 78,000 dólares, que Boies gastó de inmediato en vinos.
Durante esta disputa, mucho antes de haber logrado un acuerdo récord de 4,000 millones de dólares por monopolio para American Express, antes de diseccionar a Bill Gates en un interrogatorio, o estudiar el caso de Bush contra Gore, podemos aprender mucho sobre David Boies, de por qué es tan bueno en lo que hace y por qué lo sigue haciendo. Tiene una excelente memoria, sabe cuándo atacar y lo hace como deporte. Claro que también disfruta de su colección de varios millones de dólares en vinos, pero le gusta más cómo la creó. "Me encanta litigar", dice.
Y sin duda, le encanta. Tiene casi 70 años, con una cuota anual de más de 10 millones de dólares. Boies nunca había sido tan cotizado. Los demandantes en el enorme litigio del derrame de petróleo de BP quieren que él sea su campeón, pero un juez decidirá quién obtiene el cotizado puesto de consejero líder.
Recientemente demandó a Google, en nombre de Oracle, en un importante caso de derechos de autor y patentes en Silicon Valley. Entre esta fecha y navidad, Boies tiene tres juicios más: representará a Guy Hands y a la compañía de capital privado británica Terra Firma, contra Citigroup por la subasta de 1,000 millones de dólares por la compañía musical EMI; defenderá a Merck y Schering-Plough en un arbitraje de 1,000 millones de dólares por incumplimiento de contrato; y a Oracle contra SAP en otra riña de 1,000 millones de dólares por propiedad intelectual.
También está el caso del matrimonio del mismo sexo en California, que podría llegar a la Suprema Corte, y el espectáculo del divorcio que afectará el control de los Dodgers de Los Ángeles. Con razón en alguna ocasión Charlie Rose le preguntó a Boies si estaba involucrado en todos los casos importantes de Estados Unidos.
Su amigo cercano y actual socio, James Fox Miller, compara a Boies con un neurocirujano de primera clase. "Hay muchos pacientes con tumores cerebrales complejos, y sólo hay un doctor en el mundo que sabe cómo curarlo", dice. "Así es David, con los casos legales más difíciles. Pasa de uno a otro". No hay mucho tiempo de espera; en ocasiones, Boies aparece justo antes de la fecha del juicio, y te decepcionarás si pretendes que te regrese las llamadas de inmediato.
Pero aún así, desde hace 44 años, los clientes han buscado su consejo gracias a los resultados que obtiene. Entender su colorida historia y antecedentes explica por qué dicen que cada generación redescubre a Boies. Los clientes aprecian que ignore la ortodoxia. A diferencia de varios abogados, navega dentro y fuera de varias especialidades. Le gusta representar a ambos lados en una disputa, tanto para salvar a una compañía de la ruina financiera como para demandar a otra para que sufra esa suerte. Y trabajará a marchas forzadas si el caso luce lo suficientemente atractivo.
De hecho, su despacho de 240 abogados, Boies Schiller & Flexner, ha revolucionado la economía de las prácticas legales corporativas alejándose del modelo de cobro por horas. Boies Schiller crea incentivos de cuotas, así que el valor está basado en los resultados, y no en el tiempo que se le dedica. Según la revista The American Lawyer, entre las grandes empresas, Boies Schiller tiene las terceras ganancias más altas del país por socio de capital: 2.9 millones de dólares, incluso mejor que las de Cravath.
Boies es estupendo en la Corte, al ir contra las convenciones. Es altamente competitivo, y aún así algunos de sus enemigos lo adoran. Tiene actitud de Manhattan pero habla con la sutileza de alguien del centro del país. Los jurados lo consideran un hombre común que se parece a Bill Murray. Boies trabaja duro, y aún así, en una ocasión se preparó para un juicio leyendo documentos dos semanas consecutivas desde una butaca en el Abierto de Estados Unidos. Está obsesivamente preparado, pero tiene los pies en la tierra; al alegar en la Corte, no usa notas, lo que lo hace ver como un hombre que presta atención.
"David no grita o intenta ganar abrumando a sus opositores con su volumen", dice Maurice "Hank" Greenberg, ex presidente ejecutivo de AIG, a quien defendió exitosamente Boies contra las acusaciones de la compañía por supuestas irregularidades financieras.
Pero sobre todo, Boies es un buen narrador. "Nadie es más hábil para describir la esencia de un caso", dice Ted Olson, su amigo y oponente en el caso de Bush contra Gore hace 10 años. "Tiene un sexto sentido para ser persuasivo. La gente lo ama de inmediato; no es alguien con quien te puedas aburrir".
Fuente: CNNExpansion / Por: David A. Kaplan
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