El 29 de octubre de 1941 el primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill, visitó la institución académica Harrow School para escuchar las canciones tradicionales que había cantado ahí en su infancia y para hablar con los estudiantes a punto de graduarse. Cuando llegó el momento de dar su discurso, se paró y les dijo:
“Nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca se den por vencidos. Nunca se den por vencidos. Nunca se den por vencidos".
Después regresó a su lugar y se sentó. Todos quedaron pasmados con sus palabras.
Al día de hoy, esta cita célebre, más que cualquier otra, mantiene un significado especial para mí por la simpleza, contundencia e impacto del mensaje: el poder de la perseverancia.
Desafortunadamente, la mayoría de las personas no son perseverantes y se dan por vencidas fácilmente, incluso antes de iniciar. Y es que el mundo está lleno de razones por las que no podemos o debemos hacer algo: que si es muy difícil, muy caro, nunca se ha hecho, no hay tiempo, no contamos con el conocimiento necesario, no conocemos a las personas correctas, la economía está en mal estado, existe demasiada competencia, etcétera, etcétera, etcétera, bla, bla, bla.
Pero todo lo que hoy damos por hecho fue considerado imposible en algún momento. La computadora, el teléfono celular, la radio, la televisión, el automóvil, el avión... fueron el sueño imposible de alguien que, en su momento, fue considerado un loco solo por pensarlo.
Me pregunto entonces: ¿Por qué es tan común que los seres humanos nos limitemos de tal manera?
La respuesta, creo yo, tiene que ver con la manera en la que somos educados. Desde muy pequeños constantemente se nos está diciendo que no hagamos tal o cual cosa, que pensemos antes de actuar, que nos comportemos y nos conformemos con lo que tenemos, lo cual se traduce en ser sensatos, cautelosos, recatados, bien portados, adaptados y realistas. Y aunque todos estos consejos pueden ser apropiados para ser parte del grupo, para caber dentro de la sociedad, son totalmente inapropiados para destacar y lograr tus sueños.
Para ello es necesario ser un poco loco, lo cual no quiere decir tonto. En su reciente libro Crazy is a compliment: The power of zigging when everyone else zags” (Loco es un cumplido: el poder de ir por la izquierda cuando todos van por la derecha), Laura Rottenberg, la fundadora de Endeavor, la organización global no lucrativa de apoyo a emprendedores a la cual orgullosamente pertenezco como mentor, enlista 4 pasos para destacar como emprendedor. A continuación los enumeramos.
1. Manejo propio
Uno de los peligros más grandes que existe para destacar como emprendedor o en cualquier área de la vida es uno mismo. La sabiduría popular nos dice, y dice bien, que uno es su peor enemigo. Así, es común que las personas se den por vencidas incluso antes de iniciar, pensando, enlistando, obsesionándose y haciéndole caso a todas las razones por las que no es probable y posible hacer algo. Para lograr tus sueños, no hay mejor inicio que atreverte.
2. Manejo del riesgo
Ahora, atreverte a lo imposible no quiere decir actuar imprudentemente. Es un mito que todas las personas que tienen éxito en la vida y en los negocios lo arriesgaron todo en algún momento. No es necesario, ni recomendable, que arriesgues tu bienestar y el de tu familia para lograr tu sueño. Toma riesgos calculados de manera tal que si fracasas no te arruine.
3. Manejo de la incertidumbre
Crear algo nuevo implica lidiar poderosamente con lo desconocido. El hecho mismo de que estés embarcando en un proyecto innovador involucra enfrentar situaciones complejas para las cuales no existe una solución preexistente, por lo que tendrás que aprender y adaptarte conforme avances hacia el logro de tu objetivo. Lo peor que puedes hacer ante los retos que se te presenten es darte por vencido. Toma cada reto como una oportunidad de oro para sobrepasar aquello que está entre lo que quieres y tú.
4. Manejo de vida
Por último, es importante durante todo el proceso que recuerdes equilibrar los diferentes aspectos de tu vida. ¿De qué te sirve el éxito financiero si no tienes tiempo para disfrutar del dinero? ¿De qué te sirve la realización profesional si no tienes plenitud social y familiar? ¿De qué te sirve la fama si no tienes salud?
Termino esta columna pensando en cómo me inicié como consultor. Tenía 18 años de edad y me asocié con un amigo. Juntos creamos una empresa llamada Idea y nos dimos a la tarea de hacer tarjetas de presentación. Paso seguido salimos al mundo a ofrecer nuestros servicios de consultoría para empresas y organizaciones.
El resultado inicial fue nefasto. Todos se rieron de nosotros y nos dijeron que era imposible dada nuestra edad, conocimiento y experiencia.
La mayoría de las personas escucharían dichos consejos y se darían por vencidos. Nosotros decidimos seguir adelante con nuestro sueño. El camino no ha sido fácil, pero hoy ambos (por separado) somos consultores de algunas de las empresas e instituciones académicas más importantes del país y del mundo.
Fuente: www.altonivel.com.mx / POR: Eduardo Lan, Mesa Consultores / El autor es socio consultor y director de metodología en Mesa Consultores, una firma especializada en transformación organizacional, con más de 15 años de experiencia, asesorando en temas de liderazgo, clima laboral y renovación cultural. Puedes contactarlo en Twitter: @MesaConsultores @elanbenrey
Publicado por: TuDecides.com.mx
Edición: Adrián Soltero
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