Quizá es la marca más recordada por generaciones de consumidores que en el kínder y en la primaria se ensuciaban hasta la nariz con pegamentos, tintas y colores. Esta historia no empezó en Hannover, Alemania, en 1832, cuando el joven químico Carl Hornemann recibió de su padre, un próspero comerciante del ramo, la orden de montar una fabriquita de tintas y colorantes para elevar la calidad y bajar el precio de los productos entonces disponibles en el mercado.
En realidad, la historia de la tinta empezó miles de años atrás, cuando unos escribas egipcios empezaron a embarrar papiros con tinturas de origen vegetal, animal o mineral, parecidos a los que entonces se usaban para teñir prendas de vestir y maquillar las facciones de la alta nobleza.
Desde entonces, el rastro de la historia se marcó con tintas y colores, y para los tiempos del joven químico Hornemann ya había mucha historia escrita. Lo que hizo Hornemann fue perfeccionar y refinar más de 2,000 productos: no sólo tintas de todo tipo, sino también los más diversos instrumentos y accesorios para escribir, desde plumas, plumines, colores, marcadores y hasta gomas de borrar, porque los humanos siempre tenemos derecho al arrepentimiento.
Así nació y evolucionó Pelikan, tal vez la marca más afianzada en su giro en todo el mundo y la más recordada por generaciones de consumidores que en el kínder y la primaria se embadurnaron hasta la nariz con pegamentos, tintas y colores Pelikan.
En 1996, capitales malayos y suizos adquirieron el control mayoritario de la firma alemana, pero la constante exigencia de innovación y de mantener la calidad no decayó. Actualmente, las fábricas y laboratorios de Pelikan en todo el mundo, como la planta de Puebla, deben ajustarse a las normas europeas de calidad, consideradas las más rigurosas del mundo.
La exigencia mantiene en vilo a un complejo conglomerado trasnacional que anualmente vende más de 500 millones de dólares y espera duplicar ese total antes de 2010. Por ahora, el plan parece avanzar: Pelikan irrumpió en la bolsa de Malasia y el valor de su acción ya se elevó más de 300% hace menos de tres años.
De Puebla para el mundo
Pelikan opera en México desde 1963 y a partir de 2006 el control total de la filial depende de la central corporativa de Kuala Lumpur: “Se tomó esta decisión –explica Esteban Seleguan, director general en México– porque ésta es una de las filiales más grandes y por la cercanía al mercado estadounidense. Además, a partir de este año se nos ha otorgado la responsabilidad sobre todo el mercado de las Américas, desde Canadá hasta Argentina, cuya filial fue adquirida este año y ya quedó totalmente incorporada”.
Con ventas cercanas a los 40 millones de dólares y un crecimiento de 20% durante los últimos 12 meses, 2007 será el año más exitoso de la historia de Pelikan en México. Y las proyecciones son más ambiciosas: triplicar el nivel de ingresos y ventas en los próximos tres años.
Para seguir semejante ritmo de expansión, la empresa reinvierte cada año un alto porcentaje de sus utilidades en ampliación y renovación de la planta poblana, nueva tecnología y entrenamiento del personal. Esta fábrica abastece la demanda de productos Pelikan para todo México, Centro, Sudamérica y el Caribe. El 22% de la producción se canaliza a la exportación (de este porcentaje, más de la tercera parte se va a Europa).
¿Qué es lo que más vende Pelikan en México? La respuesta de Seleguan es sorprendente para los no familiarizados con los vericuetos de este negocio: “En nuestro portafolio las más importantes son las líneas de gomas. Somos líderes en gomas de borrar de plástico y de caucho, tanto en México como en Latinoamérica”.
También plumas de lujo
¿Y las plumas fuente, que antiguamente fueron las naves insignia de la gran flota de Pelikan? En el mundo todavía hay clubes de fanáticos coleccionistas de plumas Pelikan, algunas de las cuales se cotizan en miles de dólares. La marca aún conserva la exclusividad de innovaciones invencibles, como el sistema de émbolo para la recarga de tinta. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial floreció la competencia y, al menos en América, Pelikan perdió la supremacía.
Pero ahora la firma se dispone a volver por sus fueros: las plumas fuentes de fina calidad y alto precio ya representan el 25% del negocio global de Pelikan, especialmente en Europa, donde muchos mexicanos las adquieren con deleite.
¿Arrasará la competencia china con la planta de Pelikan en Puebla, con todo y sus heroicos esfuerzos? Seleguan dice que no, porque a medida que crece la exigencia de calidad se diluye la ventaja relativa de los bajos precios de China. “Tenemos la obligación social de mantener fuentes de trabajo en México y acrecentar nuestra inversión año con año, pues México tiene una excelente posición geográfica. Hay que seguir invirtiendo en México y, a fuerza de calidad, buen precio, distribución ágil y oportuna y cercanía constante con el consumidor, quitarle a este mercado las ganas de arriesgarse con importaciones dudosas”, concluye el ejecutivo.
Publicado por: TuDecides.com.mx
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